Apatzingan, Michoacán -- La lacerante ola de violencia e incertidumbre que azota a este estado atrae ayuda económica de los inmigrantes en el exterior, entre ellos el comerciante Roberto Chavarría de Dallas.
Sentado en un hotel en el centro de Dallas, Chavarría pondera sus opciones, describiéndolas de manera directa.
"Muchos inmigrantes como yo hemos soñado este momento por generaciones, que nuestro pueblo diga basta y pelee; así que ahora para nosotros el reto es ayudar de la mejor manera posible", dijo. "O me quedo en la orilla, viendo de lejos, o participo".
La diáspora mexicana, especialmente la del estado de Michoacán, ha asumido un papel cada vez más integral en ayudar a reunir dinero por medio de organizaciones de beneficencia, o de familiares en su país, o a través de los medios sociales, para apoyar a las milicias ciudadanas que están combatiendo a los criminales y se están extendiendo por las tierras bajas del occidente de México, una región conocida como Tierra Caliente
El movimiento se extiende tan rápido que esta semana el recién nombrado comisionado para Michoacán, Alfredo Castillo, advirtió a los contingentes de no realizar operativo alguno sin la presencia de autoridades federales, signo de inestabilidad entre el gobierno y los grupos de la comunidad.
"No vamos a detenernos hasta que limpiemos Michoacán de los elementos criminales que tienen secuestrado a nuestro estado", dijo Estanislao Beltrán, uno de los líderes de los grupos de autodefensa, quien, como muchos, vivió un tiempo en Estados Unidos, en El Paso, y mantiene fuertes vínculos con grupos de inmigrantes en Illinois, California y Texas.
Al seguir el ejemplo de los estadounidenses de origen irlandés y de otros grupos de inmigrantes que quisieron ayudar a su patria, los inmigrantes mexicanos están unidos en su frustración por la incapacidad del gobierno para proteger a sus familias del cártel de los Caballeros Templarios.
Envían sus dólares ganados y escuchan a sus familias decir que se vieron obligadas a pagar a secuestradores y extorsionadores de los templarios con ese dinero; o reciben noticias de que violaron o mataron a un miembro de la familia. Todo esto los ha obligado a actuar.
"La solidaridad de estos inmigrantes con sus comunidades no solo es una cuestión de honor, sino de responsabilidad", dijo Primitivo Rodríguez, oriundo de Ixtlán, Michoacán, y presidente de la Coalición por los Derechos Políticos de los Migrantes en el Exterior, con sede en la Ciudad de México.
No se sabe con certeza cuántos grupos en Estados Unidos apoyan a los grupos de defensa, ni cuánto dinero envían.
Algunos mandos militares mexicanos, y hasta algunos grupos de inmigrantes, minimizan la importancia de la aportación y dicen que esas cifras --de hasta más de un cuarto de millón de dólares-- son exageradas.
Felipe Reyes, del Club Michoacán en Houston, considera que el movimiento en su estado natal es demasiado joven, caótico, sus metas son poco claras y que la dinámica en el campo está cambiando rápidamente como para poder generar un respaldo sólido por ahora.
"Sí, estamos conmovidos", dijo. "Pero ¿en quién confiar? Muchos no hemos regresado (a México) en muchos años, precisamente por los problemas de seguridad, así que no estamos al corriente".
